Espere el amanecer con un ramo de flores en la mano, respirando esos instantes que merecian otra oportunidad. Pero tu ya no estabas...y el perfume de tu risa permanecia en el aire...




sábado, 24 de febrero de 2007

Parte del aire


ALGUNAS VECES SIENTO que estoy poseído, que me siento preso de una fuerza extraña. Podría entonces apenas dejarme llevar por el suspiro de mi fiebre, la fiebre que me hace sudar y doler mi garganta, para de paso impedirme hablar estupideces..,sabia decisión.
Ese día amaneció como cualquier otro, apenas nublándose en forma de amenaza, luego soleado hasta subir unos grados más el termómetro ,que a esa altura marco 37.La garganta empezó a doler como queriendo ahogarme , como venganza por haberla condenado a bebidas heladas y vientos frios.
La radio comenzaba por esa hora a tirar datos sobre la humedad y la presión aunque los sábados suelen ser para repasar lo que paso en la semana política, hablar de gran hermano, o entrevistar a algún político en campaña.
El gato planeo esa mañana salir a cazar algunos pajarillos desprevenidos, luego desistió bajo el recuerdo de alguna amiga perdida hace algunos días, cuya ausencia será difícil de suplantar por algún tiempo para todos nosotros. A cambio de eso se recostó sobre una baldosa quizá esperando que la casa recobre el movimiento que no tiene por las mañanas.
El sodero vendría cada vez mas tarde, agotado por tantas noches de bailar salsa con la mulatona que tenia de compañera. Se había casado con tan mala suerte que descubrió lo bruja que era su mujer demasiado tarde, al tiempo que había sido padre demasiado joven de dos nenas maravillosas de 9 y 7años.Luego se dedico a disfrutar su vida de soltero interrumpida alguna vez alternando con algunas changas de medio turno y su pasión por ir a bailar ritmos tropicales.
Hasta ahí era todo calmo, madre lidiaba con su sueño de mañana después de pasar la noche en vela esperando que los gritos de los vecinos cesen y la perra de Gregorio deje de aullar.”Ya le dije que esos perros no son para la ciudad”..comentaba y minutos después ya preparaba el mate en la cocina. La pesadilla de la fiebre empezaría en forma de truenos y yo estaba allí esperando los flashes de esa tormenta.
Soñé con un patio de noche pero sin luna, de esos llenos de plantas. Una luz blanquecina era lo único que lo iluminaba y un sonido como de motor de heladera musicalizaba aquel sitio. Mientras yo tendido en el suelo sufria una especie de sincope en el medio de ese patio, vestido de sombras, desnudo de compañía. En el cielo se estaba gestando una especie de aquelarre de los dioses paganos, las nubes danzaban casi como las hormigas cuando esta por caer tormenta…